miércoles, 9 de abril de 2014

MOUstro grande


José Mourinho está de vuelta al frente de un equipo entre los mejores cuatro de Europa. Esta vez con su Chelsea, luego de superar al PSG en una llave en extremo complicada para ambos equipos.

José Mourinho es un monstruo grande y pisa fuerte, con el permiso de Leon Gieco, que da guerra siempre y que nunca es indiferente al juego, por más adversa que se vea la situación. Había caído claramente y con justicia ante el PSG con su Chelsea y todo el planeta le restó sus chances dado que los ingleses “juegan tan mal” y esos franceses “juegan tan bien”.  Suele ganar el que tiene clara la diferencia entre una cosa y la otra: jugar bien no necesariamente es jugar bonito.

Con esto no digo que el cuadro parisino juegue mal, no. No juega mal, de hecho juega muy bien pero más juega bonito. Chelsea juega feo, pero juego mucho mejor. A usted, a mí, a todos, nos va a parecer mucho más atractivo, por lo estético, ver un partido del PSG que uno del Chelsea, pero eso poco importa a un tipo que entiende el juego como pocos en el mundo como es el caso del portugués José Mourinho. El 3-1 dejaba la serie abierta pues pensar en que el Chelsea gane de local por 2-0, a cualquier equipo del mundo, no resulta una utopía. Si todos se quieren emocionar por el toque fino de su oponente de turno no es problema del buen Mou.

¿Cómo jugarle al PSG? Bonito no, porque los jugadores que tiene Mourinho no están para eso. Fuera de que está sideralmente alejado del estilo que mejor le acomoda al técnico de los Blues. ¿Cómo es la cosa? Con corazón, con orden, con fuerza, con inteligencia y fuerza mental para no cometer ni un solo error no forzado. Cuando se logra esto, aún si te anotan eres consciente de que no podía evitarse y la moral no se rompe. Tremendo el mérito de Mourinho de hacer que la moral de su equipo no se derrumbe cuando parte con desventaja y el favorito del mundo entero es el otro equipo.

Así llegó el primer gol, a prepotencia pura. Porque el lateral se saca con fuerza para llegar al corazón del área, porque el pivot tuvo la elegancia de un elefante en cristalería pues no se entiende cómo llegó a destino ese pase de omóplato y porque el alemán Schurrle picó al vacío con la viveza indispensable para demostrarle al rival quién es quien más desea el triunfo. La táctica planteada antes y después del primer gol importa, pero no tanto como la actitud rebelde de un equipo que no quería perder. Suficiente para llevarse por delante a un rival más crudo que no supo hacer valer su superioridad técnica, acaso porque le faltó la categoría que aporta Zlatan Ibrahimovic; no hay excusas, el Real Madrid no tuvo a su CR7, sufrió mucho más pero mantuvo el resultado. La historia la escriben los que ganan.

El triunfo de Mourinho iba a llegar al final, porque el partido dura 180 minutos y estaba abajo. la fuerza era su principal arma, pero la pizarra es un soporte fundamental y tiró el cambio en el momento preciso: afuera Lampard y adentro un delantero más a ver qué hace. Y Demba Ba hizo el gol a dos minutos y medio del final, clasificación que terminó de sellar un fantástico Petr Cech al sacar pelotas imposibles y sin vista clara en esos instantes finales. Un cachetadón para todos los que pregonan que el fútbol es un arte y su frase hueca se pierde por negar el arte de saber aguantar. Muchos lo intentan, pero pocos ganan con ese estilo; lo mismo con los que juegan bonito, o si no vaya a preguntarle al PSG o a Borussia. No se olviden que en los últimos años así ganaron, aguantando, el mismo Chelsea de Di Matteo y el Inter del mismo Mourinho. ¿Notaron la coincidencia de protagonistas?

Chelsea está en semifinales y sus posibles rivales, si entienden bien este juego, deben estar pidiéndole a dios que no lo enfrente con los de Mou. Ya les dije, es un monstruo grande y pisa fuerte.

Diego del Rosario
@ElPelotero6

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